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Foto del escritorLucía Corradi

¿Qué hacemos con nuestro tiempo?


Necesidades rezagadas en el tiempo.

Por primera vez en siglos la gran mayoría de los humanos del planeta (por lo menos en occidente) tenemos resueltas la mayoría de nuestras necesidades básicas por alguien más. ¿Para qué?

 

Es cierto que vivimos solamente para el pan, cuando no hay pan. Pero ¿qué ocurre con nuestros deseos cuando hay un montón de pan y cuando tiene la tripa llena crónicamente?

Abraham Maslow en 1943 en su obra «Una teoría sobre la motivación humana», presentó la pirámide de jerarquía de las necesidades humanas. El distingue 5 escalafones diferentes de necesidades, en orden de base a cúspide: fisiológicas, de seguridad, de afiliación, de reconocimiento, y de autorealización.

Respecto a las necesidades más básicas —los primeros dos escalafones—, considero que hoy por hoy las resolvemos de forma sencilla. Las terciarizamos. Las tiendas y farmacias del S XXI nos permiten alimentarnos, abrigarnos, calmar el dolor y seguir como si nada; hay otras cosas que si requieren de nuestro tiempo y a las que sí les damos valor, ¿verdad?

En cuanto a las necesidades de afiliación, seguimos a cargo de satisfacerlas en la mayoría de los casos; si bien nos apoyamos cada vez más en dispositivos, aplicaciones y empresas que nos facilitan el trabajo en este aspecto —programas que nos conectan con personas y recuerdan las fechas de cumpleaños, servicios que ofrecen desde la preparación de un desayuno especial hasta la organización de una fiesta, tarjetas y cartas con contenidos prediseñadas para demostrar *nuestros* sentimientos—.

Los dos escalafones más altos de la pirámide son —según la teoría de Maslow— a los que deberíamos estar prestándole más atención.

Parecería ser entonces que delegamos tareas esenciales para la supervivencia para poder ocuparnos de otras tareas también muy importantes. ¡Tiene sentido!

Ciertamente, esto parece no darse así. En la inercia del día a día olvidamos por qué hacemos lo que hacemos y por qué delegamos lo que delegamos, o aún más grave no sabemos para qué delegamos lo que delegamos ni hacemos lo que hacemos. Esto nos va deshumanizando cada vez más y más.

¿No nos encontramos muchas veces trabajando para satisfacer necesidades de otros?, ¿para cumplirle sueños a los demás? ¿No perdemos así el control de nuestras vidas?

Dedicar nuestras vidas a trabajar los aspectos de la cima de la pirámide parece ser una excentricidad; y muchas veces algo para lo cual no tenemos tiempo...

Una linda paradoja; ya que en nuestras sociedades modernas la forma que tenemos para poder sentirnos plenos, felices y realmente satisfechos como individuos es a través del desarrollo de la autocomprensión, de trabajar la confianza en nosotros mismos, de lograr no ser prejuicios y aceptar los hechos como son.

Por otra parte solemos creer que autosatisfacer nuestras necesidades más básicas no nos brinda demasiado crecimiento y que tenemos que realizar otro tipo de tareas más sofisticadas.¡Creo que esta creencia es errónea! No existen tareas más humanizantes que aquellas dedicadas a conocernos a nosotros mismos y a los demás.

Debemos —ante todo— mantenernos creativos y entusiastas, conocernos cada día más, desatar prejuicios, confiar y respetarnos. ¡No es una pérdida de tiempo!, es nuestro objetivo más elevado...

Es porque creemos en todo esto que en Impacta trabajamos en la revalorización de las personas y en el fomento de estas habilidades para lograr la total plenitud y conectar con nuestro mejor yo.

Y vos: ¿Qué pensás?

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